martes, febrero 02, 2010

Fiesta de luz
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Durante el último invierno, el Gobierno de San Luís Potosí a través de su Secretaría de Turismo, entabló un proyecto de atractiva y novedosa belleza, que indiscutiblemente engrandeció las seductoras cualidades de este magnifico estado. La muestra, distinguida bajo el título de Fiesta de luz, se nutría principalmente de una banda sonora y un juego de imágenes proyectadas sobre tres edificios monumentales ubicados en el Centro histórico de San Luís, acto que diversificaba la presentación de la propuesta en tres distintas instalaciones.

La primera de ellas tenía lugar en el conjunto urbano Plaza Fundadores, en cuyos edificios se llevaba a cabo durante las noches la proyección de Fundatores, un juego visual con imágenes alusivas a la fundación de la ciudad, la revolución mexicana y la independencia de México, transformando así los muros de los edificios en pantallas de relieve que otorgaban texturas asombrosas a las luces y figuras que de forma precisa se adecuaban la las dimensiones de cada recinto, destacando aún más la asombrosa arquitectura de cada uno de ellos.

Más al norte, dentro de este perímetro, tenía lugar Golden Vegetal Cathedral, muestra ubicada en la catedral potosina, dividida temáticamente en dos partes, una conformada por paisajes naturales extraídos del jardín surrealista de Edward James, en una recreación de fauna y colores que bien parecían retar a la noche y su frío, para implantar por momentos una primavera calida y exuberante que de a poco recogía el ánimo de los espectadores; la segunda proyección de esta secuencia en la catedral, se conformaba de un ensamble de corte religioso, dotado de piezas de arte sacro insertadas en fondos de destacada textura, capacees de recrear tejidos de perspectivas infinitas.

El tercer sitio que formó parte de esta Fiesta de luz, fue el Templo del Carmen, que sirvió como fondo para dar vida a Carmen Light, una expansión icnográfica basada en retablos del templo y reminiscencias de la cultura Huichol, que en su proyección daba vida a una recreación por demás viva capaz de llenar de brillo cada uno de los detalles que nutren la fachada del templo, en un juego en el que se hacia imposible identificar que lo ahí plasmado eran tan sólo imágenes de efecto pasajero.

No recuerdo haber visto algún espectáculo de esta naturaleza, en el que la arquitectura fungiera como un gran lienzo a la espera de la luz que se conjugaba con sus colores e imágenes magnificas para dar vida a un arte de gran formato. Difícil concebir esta experiencia a través de fotografías, y más complicado aún tratar de compartirla a través de las palabras, cualquier imagen,, cualquier relato resulta pequeño para resaltar la apropiada dimensión de tal muestra, que más que un proyecto merece el nombre de acontecimiento.


Texto e imagen por Carlos Alberto Ruiz