lunes, marzo 26, 2007

Chakota y Fútbol
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Desde pequeño he sido ajeno al fútbol y todo lo relacionado con él. De hecho, una de las posiciones más incomodas en mi vida es afrontar la pregunta: ¿A qué equipo le vas? porque claro, la respuesta: a ninguno, indudablemente recibe otros cuestionamientos que exigen una serie de explicaciones que me molesta dar y repetir una y otra vez. Es que en nuestro país la afición por el fútbol es enorme. Realmente, a veces pareciera ésta una condición natural del ciudadano mexicano, que por tal, en momentos me hace sentir un huérfano social. Tal simpatía por este deporte hace que sus seguidores vivan, sueñen y hagan girar su vida en torno a él. Conozco a más de uno que mira los juegos, por la noche no pierde de vista las crónicas de Los protagonistas; por si esto fura poco, al día siguiente compra el diario deportivo en el que se comentan los mismos juegos. Pero bien, tal apasionamiento es tan respetable como cualquier otro; porque la afición consiste precisamente en eso, en llevarnos hasta el extremo tan sólo por saciar un gusto particular.

Claro, mi inclinación por el fútbol es nula, sin embargo mantengo otras que me han llevado al limite de la locura además de hacerme realizar las acciones más descabellas, que igual para muchos parecerían injustificables o sencillamente sin ningún sentido.

Una de estas aficiones que en mayor medida rige mi vida, es la de pronunciarme por medio de escritos. Tal afición me ha mantenido muchas ocasiones al extremo del desvelo en busca de temáticas o haciendo revisiones mentales del texto ya realizado, por mencionar algunos excesos.

De hecho, muchas veces este espacio no me parece suficiente, me muevo a la búsqueda de nuevos sitios que den cabida a mi trabajo. En esa búsqueda es muy satisfactorio encontrar a personas que comparten las mismas intenciones. Mi último encuentro de esta naturaleza sucedió con CHAKOTA MAG.

¿Qué es CHAKOTA MAG? Se trata de una publicación bimestral que aborda temáticas relacionadas con deportes extremos, moda, artes; cuya edición es responsabilidad de Valentina Solis y Rafael Badillo, mismos con los que estoy muy agradecido por haberme otorgado parte de su espacio permitiéndome colaborar con un artículo. Mi participación lleva por título: De cine, sueños y realidades; fue publicada en el número doce de CHAKOTA, correspondiente al periodo marzo-abril.

Para conocer más acerca de ello pueden consultar:
http://www.chakota.com/; ahí encontrarán los sitios en los que se distribuye este magazín novedoso y propositivo.

Por Carlos Alberto Ruiz

martes, marzo 13, 2007

De influencias, estilos e intenciones.

Hace un par de semanas envié a un amigo un artículo con el fin de que me hiciera hacer saber su opinión acerca del mismo. Adjunto a ese documento escribí unas líneas que hablaban al respecto de las influencias literarias y aquellas ideas que a veces funcionan como detonadores susceptibles de ser transformados en textos. En ese mensaje, le exponía que durante la universidad pasé por un momento en el que me clavé mucho con el trabajo de García Márquez. Justo en ese periodo descubrí cosas como El Otoño del Patriarca, obra que hoy día sigo reconociendo como una de mis novelas favoritas. El asunto es que en esa misma temporada escribí un cuento que yo mismo reconozco, se encuentra salpicado de influencias de un trabajo de Jordi Soler que también por esos días leí: Boca Floja.

Al revisar mi relato descubría marcas del trabajo de Soler y me cuestionaba: ¿Por qué no me salió más hacia lo garciamarqueano? Obvio que no me refería a calidad y estilo, tan sólo a eso, a la influencia; por qué iba yo hacia Boca Floja, cuando mis deseos se movían más hacia Macondo. La realidad es que con el tiempo he ido descubriendo que las influencias y el estilo son algo que no se puede elegir; ello lo elige a uno y no queda más que defenderlo.

Lo mismo sucede con las ideas o los temas de los cuales se escribe. En ocasiones he asistido a lugares, espectáculos o he visto películas que me han marcado, mas por razones que desconozco, no siento la necesidad de crearles un post o abordarlos en algún artículo. Por otro lado, otras veces he compartido aquí opiniones de asuntos o visitas que según yo no han sido tan definitivos en mí; pero algo sucede que me acosa la necesidad de escribir de ello.

Todo esto para comentar lo siguiente: En días pasados asistí a una de las presentaciones que Kings of Convenience ofreció en la ciudad. Una banda que me agrada mucho, y claro, fue un concierto que me dejó muy satisfecho por diferentes motivos, sin embargo, pese a mi intención me ha sido imposible plasmar todo aquello por escrito; y no es falta de tiempo. Es un no sé qué, que me lo impide, no me permite entrar en detalles del espectáculo y hace que por hoy sólo quede el texto que leen ahora…
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Por Carlos Alberto Ruiz

miércoles, marzo 07, 2007

Anna Karenina
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El pasado fin de semana, El Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, albergó una serie de presentaciones del Ballet de San Petersburgo, mismo que dirige el coreógrafo Boris Eifman.

La propuesta que esta ocasión compartió la compañía lleva por título Anna Karenina, basada en la novela del mismo nombre de la autoría del escritor ruso Leon Tolstoi, publicada por primera vez en el año de 1872. Con base en esta obra literaria y nutrida por piezas musicales de Piotr Illich Tchaikovsky es que se forma el espectáculo más novedoso del cuerpo de bailarines de Eifman.

Ubicada en el siglo XIX, Anna Karenina, aborda la historia de una mujer de la alta sociedad rusa, esposa de Karenin y madre de un pequeño; que tras asistir a un baile cae enamorada de Vronsky; hecho que trastoca la vida emocional de la protagonista y trae como consecuencia la formación de un triangulo amoroso entre los personajes principales, que finalmente encuentra resolución en la tragedia.

Si por si misma la novela de Tolstoi constituye un drama capaz de trastornar a todo aquél que se acerque a ella; las andanzas de Anna Karenina interpretadas por el conjunto de bailarines cobra tal intensidad, que cada movimiento constituye un golpe capaz de atacar las emociones del espectador y llevarlas al extremo del miedo y la angustia.

El Ballet de San Petersburgo, considerado como uno de los mejores a nivel internacional, erige su valía no únicamente por la tradición dancística de su geografía, su real grandeza es resultado de la mezcla formada a partir del ballet clásico ruso, la danza contemporánea, aspectos del teatro moderno y elementos del lenguaje cinematográfico. Mismo que hace posible que su trabajo traspase la estética y sutileza de los movimientos armónicos para lograr proyectar incluso, rasgos psicológicos de sus personajes.

Además de todo lo anterior, el espectáculo de Anna Karenina obliga a la reflexión con respecto a las relaciones humanas y su desgaste natural consecuencia del tiempo. Cuestiona la estabilidad social contra la pasión y el erotismo, volviéndolos elementos incisivos al tratarse de un personaje femenino. Por lo que al final resulta difícil para el espectador alcanzar juicios equitativos, tal como resulta difícil evaluar el desarrollo de cualquier relación amorosa. Porque sabemos, el amor en un principio establece sus cimientos a partir del deseo, para posteriormente tornarse sólido como consecuencia de vivencias comunes que lo dotan de mayor complejidad, que en su transcurso, pueden llegar a alejarlo del erotismo que lo nutria en su principio…
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Por Carlos Alberto Ruiz