El tiempo es un orden secuencial que nos concede la posibilidad de distinguir los sucesos de la vida; nos otorga parámetros de continuidad a la vez que crea huecos que nos permiten ubicar los referentes de nuestro pasado. Ese tiempo que debiera formularse más con experiencias y conocimientos que con años, marca este día un ciclo que cierra el primer aniversario de este espacio.
Si la creación de este sitio obedeciera a una anécdota apreciable, sin duda seria el primero en hacerla pública, mas lo único que se puede hablar de su nacimiento es que surge como consecuencia de una inquietud individual. Sí, surge bajo una percepción muy particular, sin embargo, dotada de honestidad y de la intención de transformarse en colectiva.
Y si de balances o cortes puede hablarse bajo el pretexto de este primer año, los resultados rebasan la más ambiciosa de las expectativas que quizás en sus inicios pude albergar. El contacto mayor o menor que este territorio me ha concedido con diferentes personas es invaluable. Cada una de las opiniones –tácitas o públicas– que se han generado a partir de algo comentado en este espacio, no pueden ser menos que el principal estímulo que ha permitido la producción de los textos aquí presentados.
Qué decir de las aportaciones. Es ésta la ocasión para reconocer las intervenciones, sugerencias y ayuda de gente como Antonio Galván, Marlene Malagón y Carlos Rendón, que haciendo gala de una amistad sin limites han adoptado este proyecto como propio.
No queda más que agradecer las lecturas, visitas, comentarios y paciencia de aquellos que permiten que estas líneas suban por un momento al camino de su cotidianidad.
Y por si acaso cabe la nostalgia, busco en el pasado una frase publicada en el primer post, que ahora, en este tiempo, encuentra otro desenlace:
Todo final representa un principio. Los sentimientos trascienden, las emociones se transforman, y yo, yo sigo aquí...
Texto e imagen por Carlos Alberto Ruiz
Si la creación de este sitio obedeciera a una anécdota apreciable, sin duda seria el primero en hacerla pública, mas lo único que se puede hablar de su nacimiento es que surge como consecuencia de una inquietud individual. Sí, surge bajo una percepción muy particular, sin embargo, dotada de honestidad y de la intención de transformarse en colectiva.
Y si de balances o cortes puede hablarse bajo el pretexto de este primer año, los resultados rebasan la más ambiciosa de las expectativas que quizás en sus inicios pude albergar. El contacto mayor o menor que este territorio me ha concedido con diferentes personas es invaluable. Cada una de las opiniones –tácitas o públicas– que se han generado a partir de algo comentado en este espacio, no pueden ser menos que el principal estímulo que ha permitido la producción de los textos aquí presentados.
Qué decir de las aportaciones. Es ésta la ocasión para reconocer las intervenciones, sugerencias y ayuda de gente como Antonio Galván, Marlene Malagón y Carlos Rendón, que haciendo gala de una amistad sin limites han adoptado este proyecto como propio.
No queda más que agradecer las lecturas, visitas, comentarios y paciencia de aquellos que permiten que estas líneas suban por un momento al camino de su cotidianidad.
Y por si acaso cabe la nostalgia, busco en el pasado una frase publicada en el primer post, que ahora, en este tiempo, encuentra otro desenlace:
Todo final representa un principio. Los sentimientos trascienden, las emociones se transforman, y yo, yo sigo aquí...
Texto e imagen por Carlos Alberto Ruiz