sábado, septiembre 22, 2007

Palabras de Aniversario


El tiempo es un orden secuencial que nos concede la posibilidad de distinguir los sucesos de la vida; nos otorga parámetros de continuidad a la vez que crea huecos que nos permiten ubicar los referentes de nuestro pasado. Ese tiempo que debiera formularse más con experiencias y conocimientos que con años, marca este día un ciclo que cierra el primer aniversario de este espacio.

Si la creación de este sitio obedeciera a una anécdota apreciable, sin duda seria el primero en hacerla pública, mas lo único que se puede hablar de su nacimiento es que surge como consecuencia de una inquietud individual. Sí, surge bajo una percepción muy particular, sin embargo, dotada de honestidad y de la intención de transformarse en colectiva.

Y si de balances o cortes puede hablarse bajo el pretexto de este primer año, los resultados rebasan la más ambiciosa de las expectativas que quizás en sus inicios pude albergar. El contacto mayor o menor que este territorio me ha concedido con diferentes personas es invaluable. Cada una de las opiniones –tácitas o públicas– que se han generado a partir de algo comentado en este espacio, no pueden ser menos que el principal estímulo que ha permitido la producción de los textos aquí presentados.

Qué decir de las aportaciones. Es ésta la ocasión para reconocer las intervenciones, sugerencias y ayuda de gente como Antonio Galván, Marlene Malagón y Carlos Rendón, que haciendo gala de una amistad sin limites han adoptado este proyecto como propio.

No queda más que agradecer las lecturas, visitas, comentarios y paciencia de aquellos que permiten que estas líneas suban por un momento al camino de su cotidianidad.

Y por si acaso cabe la nostalgia, busco en el pasado una frase publicada en el primer post, que ahora, en este tiempo, encuentra otro desenlace:

Todo final representa un principio. Los sentimientos trascienden, las emociones se transforman, y yo, yo sigo aquí...


Texto e imagen por Carlos Alberto Ruiz

sábado, septiembre 01, 2007

De transformación y relaciones humanas

Desde hace un par de años he llegado a realizar algunos textos y pequeños trabajos en torno a las relaciones de pareja, entendiendo a éstas como fundamento de un estilo de vida entre dos individuos que integran y comparten sus emociones, sensualidad, intelectualidad, corporalidad y deseo.

Mi aproximación hacia esta temática tiene como fundamento dos ensayos: El Arte de Amar de Erich Fromm y La Llama Doble de Octavio Paz; sin embargo, hace algunos días recibí como regalo un trabajo de la autoría de Rainer Maria Rilke, que bajo el título de Cartas a un Joven Poeta, me ha compartido nuevos elementos para integrar a mi todavía estrecha visión al respecto.

Este conjunto de epístolas fechadas en su mayoría en el año de 1904, surgen en un momento en el que el género femenino sobrevivía a condiciones desfavorables y de separación, siendo éste el marco bajo el cual Rilke visiona las tragedias de la desigualdad, mas su percepción ambiciosa le permite vaticinar: “[…] un día existirá la muchacha y la mujer cuyo nombre no signifique meramente una opción a lo masculino, sino algo por sí, algo que no se piense como un completamiento y un límite, sino sólo vida y existencia: la persona femenina.”

Bajo esta percepción que vislumbra ya una identidad de la naturaleza femenina, resulta inevitable cuestionar cómo el actual rol de la mujer ha devenido en una transformación en el concepto de relación de pareja e incluso en la noción misma del amor en el mundo occidental, de forma más penetrante en las grandes urbes.

Si el amor se asienta en la capacidad de dejarse ir con el otro, es también recibir del otro. Por tal, la experiencia de las emociones se enriquece en cuanto más elementos se tengan para compartir, claro, esto no refiere exclusivamente a los aspectos físicos, el propósito es más profundo.

El escenario de la sociedad actual integra a mujeres con grandes conocimientos, expectativas y experiencias, hecho que ha devenido en la transformación estructural de la pareja moderna, arribando a una consecuencia también anunciada por Rilke: “Este progreso transformará la experiencia del amor […] convirtiéndola en una relación que se entienda de persona a persona, no ya de hombre a mujer.”

Sin duda, la cita anterior funciona para advertir la evolución constante de las relaciones, del mismo modo que invita a la reflexión y hacia un cuestionamiento que pese al tiempo no encuentra certezas, sino por lo contrario aumenta sus dudas.
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Por Carlos Alberto Ruiz