viernes, noviembre 24, 2006

The Tormentors Tour II


De acuerdo a las estadísticas, la Ciudad de México está ubicada en el sitio 180 de 215 en lo que refiere a su posición en la condición de vida de sus habitantes, y los que permanecemos aquí sabemos muy bien por qué. A pesar de todo, el estado de estrés y desolación ciudadana quizás sea contrarestado con una fuerza y capacidad de excitación infinita.

Mentiría si dijera que el 16 de noviembre fue la primera vez que he visto tan entregado al público de la ciudad en un concierto. Por fortuna, lo he corroborado con anterioridad, pero esta ocasión, al menos para mi fue distinto, Morrissey estaría al frente haciendo no muchos esfuerzos para desquiciar y complacer a “su multitud”. Pese a la historia acústica del recinto –Palacio de los Deportes-, supuse que no se podría mejorar la calidad del sonio ofrecido en Guadalajara, pero de verdad, se logró.

Todo inició con un grito de ¡Pánico!, que hizo arrancar a saltos al público de pista que de inmediato empezó a cocinarse en una sopa de adrenalina y por supuesto, de emociones… Los cantos y gritos desgarradores poco a poco surtieron efecto entre los que ahí nos encontrábamos, y aclaro, esta vez no puedo hablar en singular, porque sé que mis sentimientos eran repetidos por aquellos que me rodeaban y eso los desprende de toda originalidad.

El set list, casi similar al anterior, con algunas modificaciones en el orden, eso sí, con una intensidad duplicada. Imágenes aún más palpables, el teléfono móvil registrando mensajes de afecto, algunos, cuestionando los ánimos del evento, entregando los saludos y envidias de aquéllos que desafortunadamente no pudieron asistir.

Moz instalado esta vez en su papel incansable de halagos, excitándonos a la menor provocación, resolviendo con gestos y movimientos de su boca el deseo de muchos. Lo sorprendente, verlo chasquearse al saberse dueño de todas esas almas, como quien ha finalizado la tarea con éxito, tras el inicio de los acordes de Please, Please, Please Let Me Get What I Want, donde una arrebato de nostalgia abordo a la multitud, tal como si un adulto desnudo y cansado encontrara de repente el juguete que más lo hacia feliz de niño, así fuimos muchos en ese instante. Sin embargo, dentro de tal multitud pude arrebatar un obsequio particular, me bastó escuchar apenas los inicios de ese riff para saber lo que salía de esos bafles: The National Front Disco, el momento más intenso de ambas fechas, en el que el cuerpo y la mente sólo me dieron para entregarme a esa armonía con toda la carga emocional que ello implicaba.

Con esto, no sólo concluyeron momentos que recordaré de por vida, también, significó el cierre de algunos ciclos, pero debo ser sincero, no puedo mentirles, mucho menos a mí; me quedo con el hueco de There Is A Light That Never Goes Out, pero sé que ese vació me mantendrá y buscará ser saciado en otra presentación…
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Por Carlos Alberto Ruiz

miércoles, noviembre 22, 2006

The Tormentors Tour I


Algo de lo que más me asombra de la condición humana, es la capacidad de percibir distintas emociones, sentimientos que aparecen y nos permiten experimentar diferentes estados de ánimo. Eso me asombra y me deleita, más cuando tal reacción es consecuencia de una película, una canción, una fotografía, una novela, una pintura, una charla, o un concierto… ¿Y a qué viene esto?

La semana anterior me convertí en una licuadora emocional que vivió nostalgia, alegría, satisfacción, felicidad, excitación, euforia, pasión entre otras muchas cosas. Todo esto claro, resultado de presenciar dos de los tres conciertos que ofreció Steven Patrick Morrissey en nuestro país – me refiero a las fechas de Guadalajara y Ciudad de México-. El primer recital, arrancó con William, It Was Really Nothing, bajo un sonido impecable, con un Morrissey entero que me demostraba que no era alocado imaginar el oir alguna vez aquella canción en vivo. Una grata sorpresa iniciar así, con la cabeza vuelta hacia recuerdos de la universidad y todo lo que ello involucra. Y claro, la noche no sólo sería eso, me traería además al presente, al pasado inmediato y me ofrecería la satisfacción personal de encontrarme de frente con un poeta pronunciando sus propias emociones para transformar la conciencia y sentimientos de los otros.

Sin embrago, muchas veces la emoción particular depende de la colectiva, que esta vez no fue tan intensa debido al clima del público tapatío, muy pasivo, con nula interacción y con la mínima intención de asombro. Por mi parte, deje que mis pensamiento se fueran en ese presente con fondos como In The Future When All's Well, de dinamismo maniaco; Disappointed, la canción que más agradecí esa noche; Let Me Kiss You, con una intensidad frenética y de romanticismo brutal que me hizo odiarme por no estar enamorado; Girlfriend In A Coma, que me arrancó una felicidad infinita al observar a un Moz radiante de saberse detonador de emociones; How Soon Is Now?, que me demostró que una rola que no puede ser tu favorita en estudio, puede serlo en su versión en vivo.

Toda una vorágine de imágenes evocadas que compartía en mi cabeza con la que el escenario me ofrecía. Fui llevado de sorpresa en sorpresa y también, por qué no, hacia el recuerdo del set list compartido con anterioridad y dar gracias de que fue únicamente en el blog y no en Las Vegas, ya que de lo contrario, lo hubiese perdido todo, puesto que sólo acerté a cinco canciones, y no me atrevo a decir desafortunadamente, porque disfrute lo que escuché y algunas de esas complacencias jamás las hubiese anotado por considerarlas más descabelladas que las que registré.
Salí del sitio flotando, vagando de madrugada en una ciudad que no conocía y hoy día aún desconozco, con la única intención de repetir la experiencia…

Muchas gracias a mi amiga Silvia Morales, quien se ofreció a llevarme al aeropuerto, esos detalles se agradecen desde la médula – de verdad Sil, me acordé de ti cuando sonó First Of The Gang To Die, tal cual fue la promesa-.
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Por Carlos Alberto Ruiz

miércoles, noviembre 08, 2006

Tula

“Cómo puedo sentir nostalgia por una cultura que no conocí…”
Ernesto “Che” Guevara

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Tula fue una de las ciudades más importantes del México prehispánico. Su tiempo se remonta al año 1000 d. C. y su poder se mantuvo por cerca de cuatro siglos. El centro que aún perdura compuesto por dos pirámides, constituía un foco religioso, político y administrativo. De acuerdo con los estudios realizados y la perspectiva que remonta a la arquitectura original, los llamados Atlantes, no se encontraban a la vista y únicamente tenían acceso a ese espacio sacerdotes y mandatarios.

Personalmente, me parecen fastidiosos los términos como “calidad de vida”, “calidad de tiempo” o cosas como “cargarse de energía”, frases que en realidad considero no deberían permitir usar en programas como Diálogos en Confianza y con Sello de Mujer, sin embargo sucede, y la gente las adopta y avienta en sus platicas “interesantes”. Y anoto esto, porque en mi visita a Tula me salí de tiempo, me enfrasqué en un sitio tan lejano y atemporal que me aisló de mi civilización y me regresó de vuelta a ella con una sensación extraña de revitalización total que por poco y me hace aventarles ahora el “me cargué de energía”, por fortuna, algo me tira de la lengua, me hace recapacitar y compartirles que volví en paz conmigo mismo.
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Texto e imagen por Carlos Alberto Ruiz