miércoles, diciembre 31, 2008

Día final del 2008

Cuando mucho hay por agradecer las voces y las emociones se aglutinan intentando escapar para encontrarse con el destino que las provocó; las intenciones de gratitud se abren para manifestarse no dejando escapar aquello que se reconoce. Personalmente desconozco el balance de mis actos, prefiero ignorar la balanza de lo bueno y lo malo, sin embargo, hoy si alcanzo a distinguir un gran motivo por agradecer mi vida en este tiempo y espacio.

Pues, sirva esta brevedad y mensaje para esperar la mejor de las cotidianidades para el 2009, por supuesto, con la compañía y oportunidad para compartirla, deseando que la felicidad los alcance a todos. Gracias por visitar este espacio.


Por Carlos Alberto Ruiz

viernes, diciembre 26, 2008

Virsky, el espíritu de Ucrania.
.

Tras una gran demora que no la justifica nada, abro el espacio para comentar un gran espectáculo dancístico que se presentó durante el último fin de semana de noviembre en la Ciudad de México, se trata de Virsky, a cargo de la Compañía Nacional de Danza Ucraniana. El número, compuesto por quince piezas, recoge una mezcla de danzas tradicionales combinadas con ciertos aspectos del ballet clásico, a los que se incorpora la magia y acrobacias de más de cien bailarines en el escenario engalanados con un vestuario de más de tres mil piezas típicas.

Acompañado por una estupenda orquesta, Virsky ofrece grandes postales multicolores de las regiones ucranianas, que por sí mismas entregan amplias miradas hacia lo más íntimo de su sociedad y sus prácticas. Las danzas, en gran parte resueltas con giros, piruetas y mucha acrobacia, son capaces de alcanzar una armonía y uniformidad que entrega abanicos coloridos en escena, ostentando una sincronía perfecta.

A la distancia, aún me provoca inquietud el recuerdo de la ejecución de Povzunets, una danza cómica típica de los Cosacos, que en pocas líneas puede definirse como un derroche de habilidades y precisión técnica absoluta aderezada con voces de entusiasmo. Es extraño, pero tal júbilo que integran los bailes ucranianos, conforman un elemento mágico, difícil de pasar por alto, además de adictivo y contagioso. Sin embargo, la delicadeza también encuentra su sitio en este espectáculo, muestra de ello es Los Diseños de Volynsk, acto conformado por un grupo femenino, que ataviado con trajes majestosos interpreta un pomposo modelo de movimientos delicados a la vez de conmovedores.

A diferencia de lo que sucede en un concierto, en la danza no es común la aparición del encore al terminar la muestra, pero muy afortunadamente, la Compañía Nacional de Danza Ucraniana se lo permitió y de qué manera. Al cierre, tras los aplausos, rebozos y sombreros de charro llegaron al escenario, al tiempo que los bailarines ejecutaban el jarabe tapatío mientras un poco nutrido público en el Auditoria Nacional de la Ciudad de México se estremecía de euforia y agradecimiento por tan hermoso regalo. El mirar a los integrantes de Virsky ejecutando el baile jalisciense, aumenta la admiración que ya desde siempre es grande por las danzas nacionales, mas la insospechada posibilidad de que aquello sucediera fue capaz de entregarnos a una asombrosa vulnerabilidad.

Y ya en un camino todavía más personal, cabe otra revelación, la calidad de la compañía con la que compartí tal experiencia. Hacia tiempo que mi asistencia a la danza venia dándose en circunstancias distintas, pero esta vez, tuve el privilegio de la complicidad, lo cual engrandece la experiencia dado que permite la connivencia y la promesa de charlas infinitas, ofreciendo la posibilidad de traer de vuelta los impresionantes saltos ucranianos para comentarlos una y otra vez con la oportunidad de regresar a la exaltación para encontrar en la mirada del otro el entusiasmo propio.
.
.

Por Carlos Alberto Ruiz