jueves, mayo 22, 2008

A propósito de Factory Girl


Por estos días se proyecta en diferentes salas de la ciudad de México, Factory Girl –Fábrica de sueños-, una cinta que bajo la dirección de George Hickenlooper, narra el turno en el que la modelo y actriz Edie Sedgwick sirvió como musa al artista norteamerericano Andy Warhol. Al respecto de este filme las consideraciones para la historia y sus aspectos visuales destacan de forma casi natural, la caracterización de Warhol en pantalla: muy significativa; sólo me salpica de manera desfavorable el juicio que se le otorga al artista en este cuento, pero bien, de ser el caso, ya cada uno emitirá su evaluación hacia Andy y obvio, hacia Factory Girl.

Particularmente me interesa el trabajo de Andy Warhol, así que es claro mi entusiasmo a propósito de esta película, ya por las emociones que mueve, ya por los recuerdos que me devolvió; siendo el más intenso, el de mi contacto con la obra del artista.

En el verano del 2006 asistí a la muestra Andy Warhol Supernova, Stars, Deaths and Disasters, 1962-1965, presentada por Art Gallery of Ontario. Dicha exhibición, bajo la curaduría del director cinematográfico David Cronenberg, se componía de obras grafica y fílmicas, del las que subrayo originales tan trascendentes para el arte contemporáneo como Elvis I & II, Jackie Frieze y Five Deaths.

Por el lado cinematográfico, Supernova exhibía, además de otras cintas, una serie de screen tests rodados por el artista. Entre las celebridades que aparecían en dichas pruebas, puedo rescatar ahora a Edie Sedgwick y Bob Dylan; lo curioso es que el rodaje de ambos tests se encuentra escenificado en Factory Girl –el de Dylan, maquillado bajo el nombre de Billy Quinn-; por tanto, es indiscutible el efecto que pudieron provocarme tales secuencias.

Por supuesto me agrada mucho que una película pueda construir lazos tan fuertes entre el placer del cine y los recuerdos de vida. Me asombra que a través de un film pueda girarme hacia la ventana del pasado y descubrirme deambulando por los pasillos de la galería y reconocer qué tanto o nada me he transformado desde ese lapso. Es ahí, cuando descubro que las nuevas experiencias son tan sólo un pretexto para lo anecdótico.


Por Carlos Alberto Ruiz
Imagen tomada de Edie Sedgwick screen test, Andy Warhol, 1965

domingo, mayo 11, 2008

Extravío

Está mal que lo suelte así porque sí, pero hace apenas unos días estuve de cumpleaños. Y bien, el asunto en esencia no es ese, pero claro que guarda mucho de relación. Como primera intención pretendía celebrarme escribiendo algo para este sitio, pero por distintos motivos –ninguno en específico-, que se me escurren las horas, los días, me enfrentó la FEMACO y es hasta hoy que la oportunidad me encuentra.

En un principio, de forma tácita tuve el plan de encaminar muchos textos hacia la etiqueta de la cotidianidad, sin embargo, ésta es tan ligera que se me escapa antes de que alcance a retratarla. Por supuesto que a la cotidianidad a la que me refiero no es a la de actos vulgares como el cepillado de dientes, transportarse, decir buenos días a quien no conoces, etcétera. Creo que cada uno mantiene dentro de sus prácticas de vida cosas tan agradables y valiosas, que pese a ser referentes de la personalidad y/o de su actividad constituyen algo muy trascendente. Supongo que las reuniones de café de muchas chicas, que mantienen incluso un día específico para realizarlas, componen un acto de su cotidianidad, y en ese sentido es a lo que aludo con este término, a experiencias cuya presencia y contacto nos permiten integrar a nuestra vida tiempos para la felicidad.

Y en el camino de esta definición chiflada que acabo de permitirme, es que me pierdo. Creo que a veces esa cotidianidad hedonista no alcanza para veinticuatro horas, pese al cliché, el tiempo es cruel: me debo muchos textos. Es ahí cuando siento como si caminase con un pequeño bolso, en el que a mi paso voy guardando los temas o ideas que quiero tocar, mas resulta que no alcanzo la disciplina que necesito, pero de ambicioso tengo mucho, termino por llenar la maleta de temas que después se van reemplazando o que finalmente caducan y no se logran. Ejemplo claro del extravío, es este post, que sin duda le robó tiempo y espacio a otro que al menos en tema no fuera tan, pero tan personal.

Por Carlos Alberto Ruiz

martes, mayo 06, 2008

FEMACO
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Ana Elena Mallet, sostiene que más que nunca “…el arte actual está ligado a la moda y a los caprichos del mercado.” ­Tal suerte, constituye un aparato que ha instalado los interiores y exteriores en las estructuras del mercado del arte y su entorno. En este sentido, el abanico de propuestas no posee una extensión que lo acerque acaso hacia perfiles sociales, por tanto, las posibilidades de interpretación son mínimas y sin mayores exigencias.

Por supuesto, tal panorama, comenta Mallet, es un retrato global con lo que respecta a la producción artística y su mercado, siendo éste el paisaje que indican las ferias de arte en el mundo.

A este respecto, es importante comentar lo que a México corresponde. Del 23 al 27 de abril, se llevó a cabo en el Distrito Federal, la Feria México Arte Contemporáneo (FEMACO), un evento que en los últimos años se ha solidificado como el más destacado de su género en nuestro país, que este año, con la presencia de alrededor de ochenta galerías internacionales, estructuró una vitrina destacada para la comercialización de propuestas artísticas.

Paralelamente a su función comercial, la FEMACO, también hace las veces de un termómetro que indica las condiciones y las producciones del arte en la actualidad, ya que en mucho, su tarea apunta hacia la promoción del trabajo de artistas salientes, que tal como registra Ana Elena, empapan sus proyectos de atributos que los integren a las usanzas del momento para asegurarles alguna operación mercantil.

Sin embargo, es necesario distinguir que la labor de esta feria igualmente incluye la presencia de artistas cuyas intenciones encierran propuestas ambiciosas, con agrado se distinguen las posibilidades que nos brinda este evento para acceder, de primera mano, a trabajos de grandes y destacados artistas contemporáneos.

De este modo es que la FEMACO, con paciencia se apila como un punto obligado para coleccionistas, artitas, curadores y público en general, no sólo de México, también del mundo. Y tal vez sea este halo global lo que viene moviendo la curiosidad de un sector que desde ya se está integrando de muy buen modo a los círculos de colección y/o apreciación del arte.



Por Carlos Alberto Ruiz
Imagen: autorretrato en el espacio de Quint Contemporary Art