viernes, diciembre 22, 2006

De aeropuertos y despedidas

Uno de los sitios más impersonales sin duda son las centrales aéreas. Pasillos y salas que dan cabida a pasajeros, empleados y coyotes que transitan y comparten espacios comunes dejando fuera cualquier interacción que no sea de rutina. Y en esa afluencia que se incrementa durante el mes de diciembre, es curioso observar como ese gran espacio público puede convertirse en un área que otorga intimidad y privacidad a un viajero solitario, a una familia, o una pareja.

Es extraño, en el momento que abrazas y dices adiós al que se va, esa multitud te da una tregua y te permite poder expresarte como si nadie más existiese en ese lugar, tan sólo tú y tu compañía. Creo que si alguna persona llora en un autobús, en un almacén o en un lugar público distinto será objeto de diferentes miradas impertinentes que cuestionarían e incluso se incomodarían por la acción, sin embrago, el aeropuerto puede convertirse en un espacio en el que puedes llorar, despedir tristemente a alguien, sobrevivir la experiencia del abandono de aquél que huye, y pese a experimentar algo de esto puedes pasar desapercibido. Las centrales aéreas dan cabida a tan extremas y diferentes expresiones humanas que difícilmente alguna de ellas puede llamar la atención de los extraños.

Y ayer fue mi turno, me hallé en una despedida, arrebatando un abrazo breve pero con una intensidad infinita, siguiendo la silueta de alguien que atravesaba hacia la sala de abordar, para posteriormente salir yo de aquel lugar con una expresión de huérfano y la cabeza llena de dudas.
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Por Carlos Alberto Ruiz

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenias razón, este texto me gusto mucho pues es muy cierto lo q escribes, hay tantas historias a nuestro alrededor, q a veces vivimos tan deprisa q no nos damos cuenta hasta q somos nosotros los q atravesamos alguna situacion dificil, pero no te preocupes, aqui estoy yo.
cuidate mucho y feliz año nuevo

Fabiana dijo...

Hola Carlos!

Me gustó tu texto sobre los aeropuertos. Fíjate que en realidad nunca me había puesto a pensar por qué me gustan tanto a pesar de ser tan impersonales.

Creo que los aeropuertos son una buena metáfora de la vida. Personalmente, en ellos viví los momentos más intensos de que tengo memoria. La desolación como destino, el abandono, la más terrible de las tristezas de huérfano, como tú bien dices, pero también la ilusión, la alegría perfecta del reencuentro; la promesa de encontrar, la liberación de huir, la incertidumbre de llegar.

Creo que los aeropuertos resumen bastante bien mi vida. Algún día tal vez mis huesos secos esperen en un aeropuerto su último destino.

Como dice nuestro querido amigo "Salud y Revolución Social!!"

Anónimo dijo...

Leo y recuerdo, recuerdo y siento la alegría primero, la incertidumbre después, la tristeza ya ida. Definitivamente las escenas que vives en los aeropuertos apenas duran lo necesario para llevarlas contigo, no hay una grabación que puedas usar para ser feliz o desgraciado nuevamente, pero sabes, al menos, que otros miles (millones) más entran al teatro a ocupar el papel en la obra que acabas de actuar. Ellos recrearán infinitamente la historia del adios, del reencuentro, de la alegría , del dolor, de la incertidumbre y de la certeza del "por siempre" o del "nunca jamás".
Araceli

Dorix dijo...

Esas estaciones de transporte (creo que no sólo los aeropuertos) tienen cierta magia.

patty dijo...

Pareciera una falacia e incluso un tanto inverosímil para mi vista, viniendo de ti, sin embargo, después de todo te doy toda la razón, me encanto tu texto, seguro que trasmites bien karlitos.